SEXUALIDAD
ADOLESCENTE
El desarrollo sexual es una
fibra central de toda la experiencia adolescente, y subyacente a él está la
maduración biológica, que comienza al principio de la pubertad y continúa
durante 3 ó 4 años, al menos. Sin embargo, el desarrollo sexual no sólo implica
cambio biológico, sino también crecimiento y maduración en los mundos social y
emocional de las personas jóvenes.
En la sexualidad adolescente
influyen diversos factores; estos pueden ser internos, como por ejemplo la tasa
de maduración pubescente, o externos, como el tipo de familia y el barrio, y el
clima político de la época. Es así especialmente cuando los jóvenes parecen
correr el riesgo de embarazo no deseado o infección por enfermedades de
transmisión sexual.
CAMBIO
DE PATRONES DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL
Hay una creencia general de
que la permisividad sexual alcanzó su punto culminante en la década de 1960 y
que, más recientemente, los jóvenes han mostrado mayor moderación y una actitud
más conservadora hacia el comportamiento sexual.
Existe hoy una posibilidad
real de maduración más temprana que en decenios anteriores. Además, es evidente
que los métodos para el estudio del comportamiento sexual adolescente tienen
serias limitaciones.
Es difícil no deducir que actualmente
hay más jóvenes que se inician antes en la actividad sexual que en las décadas
de 1960 o 1970. La cantidad de individuos que entra dentro de esta categoría ha
aumentado sin parar durante este período, aunque puede ser que el cambio haya
sido más lento para las muchachas de lo que ha sido para los varones.
Otro cambio señalado por
algunos comentaristas es la posibilidad de que los jóvenes tomen parte
actualmente en una gama más amplia de comportamientos sexuales de lo que
acontecía en decenios anteriores. Así, por ejemplo, la práctica del sexo oral
parece estar muy difundida entre los adolescentes, y ha habido un cambio en las
actitudes anteriormente negativas hacia el comportamiento sexual menos
convencional. Un estudio de FORD y MORGAN (1989), los autores comunicaron que,
entre los jóvenes de 18 años, el 46% de los varones y el 28% de las mujeres
habían practicado el sexo oral con compañeros casuales.
Otra perspectiva sobre los
cambios en el comportamiento sexual puede obtenerse a partir de las
estadísticas sobre las cifras de embarazo adolescente. Sin embargo, estas tasas
no nos hablan realmente sobre el nivel de actividad sexual, puesto que el uso,
o la falta de uso, de anticonceptivos es claramente el factor determinante aquí.
Sin embargo, donde se han
producido cambios, ha sido en la cantidad de abortos realizados en las jóvenes
de este grupo de edad. El número de interrupciones del embarazo ha aumentado
gradualmente con los años, de manera que actualmentesóloel50%delasconcepcionesdejóvenesmenoresde16añosllevanalamaternidad.
EL
CONTEXTO Y EL MOMENTO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL ADOLESCENTE
Puede parecer obvio, pero es
importante afirmar que el comportamiento sexual de los jóvenes tiene lugar en
el contexto de las actitudes y la conducta del adulto.En gran parte del debate
público sobre este tema, los comentaristas y las autoridades en la materia dan
la impresión de pensar que los adolescentes están de algún modo aislados o
separados de lo que sucede en el resto de la sociedad. Se les culpa por tener
actitudes permisivas, o por establecer contactos sexuales casuales sin
considerar las consecuencias. Hoy en día vivimos en una sociedad que es
notablemente abierta sobre la sexualidad.
Los jóvenes ven material
sexual en la televisión, las películas y los vídeos, en las vallas publicitarias
y en las revistas de adolescentes. No podremos comprender la sexualidad
adolescente a menos que reconozcamos el contexto en el que se produce y
admitamos las importantes influencias de la sociedad adulta. De la serie de factores
sociales que influyen en la sexualidad del joven, quizá es la familia el que se
debería considerar primero. Autores como KATCHADOURIAN (1990), MOORE
y ROSENTHAL (1995) y TARIS y SEMIN (1997) han resumido los
aspectos en que los padres y otros miembros de la familia influyen en los jóvenes en este
ámbito. En primer lugar, los padres tienen actitudes sobre la sexualidad. Estas
se pueden relacionar con el cuerpo y sus funciones; pueden ser posiciones sobre
la intimidad, el placer, la vergüenza y la culpa y, por supuesto, sobre la naturaleza
de las relaciones íntimas.
TARIS y SEMIN (1997) nos
recuerdan que también hay otros aspectos en los que los padres pueden influir. En
algunas circunstancias, y con respecto a ciertas cuestiones, ellos pueden ser
los educadores sexuales más efectivos, especialmente si son abiertos sin ser
entrometidos, y están dispuestos a tratar el orden del día del joven, en lugar
del suyo. Por otra parte, pueden dejarles establecer sus propios límites y tomar
sus propias decisiones sobre el ritmo de su desarrollo sexual.
Es importante también
mencionar la religión. Existen datos válidos que muestran que la fe religiosa
influye en el comportamiento sexual durante la adolescencia (THORNTON y CAMBURN,
1987). Es probable que los jóvenes que tienen creencias religiosas retrasen la
actividad sexual, y pueden ser también más propensos a la culpa y la ansiedad
respecto a esta área en su vida. Las actitudes religiosas en los jóvenes están
también estrechamente vinculadas con las creencias de los padres.
Para explicar estas
diferencias de género, UDRY sostiene que, generalmente, los muchachos se
desarrollan en un ambiente que es más tolerante y fomenta más la sexualidad
masculina que la femenina. Como resultado, el estímulo que dan a los chicos los
cambios en sus niveles de hormonas es totalmente suficiente para instigar el
comportamiento sexual. Para las muchachas, la situación es más compleja, y en
ella los controles sociales pueden influir más en la determinación del
comportamiento.
La comunicación sobre el
tema de la sexualidad ha sido el centro de varios estudios. Por
último, al examinar la cuestión de las influencias sobre el comportamiento
sexual, es importante considerar el papel de la comunicación. Como todos
sabemos, el tema del sexo puede ser sumamente embarazoso, especialmente para los
jóvenes.
AVENTURA
AMOROSA E INTIMIDAD
Una de las críticas que a
veces se dirige a los investigadores académicos comprometidos en el estudio de
la sexualidad juvenil es que se otorga demasiada importancia a la conducta (en
quién ha hecho qué a qué edad) y hay demasiado poco interés sobre el
significado de las relaciones sexuales. Por tanto, es importante prestar alguna
atención a las ideas de amor, aventura amorosa e intimidad. Esto es
especialmente cierto, ya que sabemos, que en la vida de una persona joven, una
experiencia de amor apasionado, o un compromiso ardiente en una relación
íntima, se pueden convertir en el hecho más importante. Enamorarse es una parte
integral de la experiencia adolescente.
Tanto ZANI (1993) como MOORE
y ROSENTHAL (1998) se inspiran en las ideas de ERIKSON y proponen que
enamorarse es parte de la búsqueda de la identidad o la definición de sí mismo.
Como estos autores señalan, para ERIKSON la resolución de la crisis de identidad
depende en parte de la capacidad para experimentar intimidad. Para ERIKSON, la
intimidad implica apertura, compartir, confianza y compromiso. Así, una
experiencia de intimidad contribuye al desarrollo de la identidad y la madurez,
a través de las oportunidades para la exploración de sí mismo.
Las relaciones íntimas de
naturaleza sexual durante este estadio del desarrollo provocan un efecto muy
fuerte en el ajuste de la persona joven. Como hemos señalado, estas relaciones
tienen un papel importante que desempeñar en la construcción gradual, a veces dolorosa,
de una identidad coherente. Aunque pueden durar poco, estas experiencias
moldean las elecciones futuras, así como las
percepciones de auto valoración. Si la persona joven resuelve la ruptura de la relación sin
demasiado trauma, y sale más rica y más sabia en algún sentido, el paso
siguiente puede ser mucho más maduro evolutiva mente. Por otra parte, si la
pérdida es demasiado dolorosa, y la experiencia no se integra por entero en
otros aspectos del crecimiento, puede pasar algún tiempo antes de que pueda
tener lugar un nuevo aprendizaje. En todo caso, no deberíamos subestimar la
significación de las relaciones íntimas para los adolescentes.
JÓVENES
Y SEXO SEGURO
No hay duda de que la
llegada del fenómeno SIDA/VIH en la década de 1980 tuvo un profundo efecto en las
actitudes hacia el sexo, así como en el propio comportamiento sexual. En primer
lugar, se hizo evidente para todos que el sexo sin protección podía tener
consecuencias terribles. Por supuesto, las había tenido siempre, tanto
procedentes de las enfermedades de transmisión sexual como del embarazo.
Sin embargo para la gran
mayoría de las personas jóvenes, plantea un riesgo relativamente menor, y esto
ha llevado a un cambio de las actitudes públicas hacia el VIH/SIDA. En efecto,
se puede decir que el péndulo ha oscilado demasiado en sentido opuesto, hasta
el punto de que los jóvenes no consideran ya que el SIDA sea algo por lo que
tengan que preocuparse. Sin embargo, la aparición de esta enfermedad de
transmisión sexual ha tenido un profundo efecto en casi todo lo relacionado con
la sexualidad, y consideraremos ahora algunos de los cambios que se han
producido.
Es interesante señalar que
los resultados de muchos de estos estudios hicieron resaltar el hecho de que,
aunque había algunas lagunas en el conocimiento del VIH/SIDA de los
adolescentes, en conjunto, los jóvenes sabían más sobre este asunto que sobre
la fertilidad, la anti concepción u otras enfermedades de transmisión sexual. Esto
lo explica, sin duda, el elevado nivel de publicidad dado al SIDA en los medios
de comunicación en la época en que estos estudios tuvieron lugar, pero es un
resultado preocupante, sin embargo, y ha llevado a llamamientos para una nueva
consideración del currículum de educación sexual.
Los preservativos se usan más
a menudo que ningún otro método, y la mitad de todos los jóvenes afirman
haberlo usado para su primera experiencia sexual: un 20% comunica el uso de la
píldora, mientras que un 24% indica no haber empleado ningún método. Varios
estudios han intentado identificar los factores de riesgo asumidos al practicar
el sexo sin protección. Aunque la falta de conocimiento puede ser un factor, es
probable que desempeñe un papel relativamente menor en el cuadro general (MOORE
y cols., 1996).
La manera más sencilla de
comprender cómo se puede producir el sexo sin protección es considerar los
requisitos para el uso de un preservativo. En primer lugar, es preciso
adquirirlo y tenerlo disponible en el momento adecuado. Además, tiene que ser
aceptable para ambos compañeros admitir que uno de ellos ha planeado practicar
el sexo. Probablemente es necesario también poder hablar sobre el uso de un
anticonceptivo y sentirse lo bastante seguros el uno del otro para arriesgarse
a interrumpir la activación sexual.
La utilización de prácticas
de sexo seguro depende de la confianza entre los compañeros, así como de un
grado de planificación y comunicación. La investigación durante la última
década ha demostrado que hay una amplia variedad de obstáculos para un sexo
seguro en este grupo de edad. Es necesario un mayor reconocimiento de los
factores sociales y psicológicos que actúan en los encuentros sexuales, así
como un enfoque más holístico para la educación sexual.
SEXUALIDAD
LESBIANA Y “GAY”EN LA ADOLESCENCIA
Durante los diez últimos
años ha habido un reconocimiento mucho mayor del lugar de la sexualidad
lesbiana y “gay” en la adolescencia. Deberíamos mencionar quizá uno o dos
puntos sobre terminología. Se han utilizado los términos “gay” y “lesbiana” en
lugar de “homosexual”, ya que generalmente se considera que entrañan
evaluaciones más positivas de la conducta y de la identidad sexual enfocadas en
el mismo sexo. Muchos análisis de esta materia incluyen además una
consideración de los jóvenes bisexuales. Este tema es importante también, pues
es evidente que los sentimientos de algunos jóvenes no están orientados
necesaria o exclusivamente sólo hacia un sexo u otro. Hay algunos jóvenes que tienen
sentimientos sexuales dirigidos tanto a hombres como a mujeres, y estos individuos
pueden identificarse a sí mismos como “bisexuales”.
CASS, 1984; GOGGIN,
1995).Estos autores señalan cuatro estadios en el proceso de desarrollo de la identidad.
En primer lugar, está el período de “sensibilización”. Durante
este estadio, el niño o joven comienza a ser consciente de que puede ser
diferente de los demás. Puede tener distintos intereses o puede comenzar a reconocer
sentimientos sexuales que no son los mismos que los experimentados por otros
del mismo género. El segundo estadio es el de “confusión de la identidad”.
Aquí, el individuo experimenta una consciencia alterada del yo, activación
sexual asociada con personas del mismo género, una sensación de estigma que
rodea a la conducta “gay” o lesbiana, e información imprecisa con respecto a la
homosexualidad. El tercer estadio es el conocido como “asunción de la
identidad”. Aquí, el joven comienza a asumir la identidad de una persona que es
“gay” o lesbiana, y puede expresar esa identidad a otros, al menos a amigos
íntimos. El estadio final es el de “compromiso”. Llegado a este punto, el
individuo puede comprometerse para una relación íntima con una persona del
mismo género, y también puede revelar su condición a la familia y otras
personas importantes.
Una persona que comienza a
sentir que puede ser “gay” o lesbiana tiene que desarrollar estrategias de
afrontamiento para hacer frente a la hostilidad y la ignorancia que rodea esta
materia. Por supuesto, la estrategia más común es mantener los propios
sentimientos en la intimidad, y esto tiene implicaciones de importancia crítica
para las personas jóvenes en esta situación.
El rol de los padres es
crítico a la hora de permitir que el individuo acepte su identidad sexual. Existe
de nuevo aquí una gran necesidad de abordar la ignorancia que rodea a esta
materia, para que las personas jóvenes puedan revelar su sexualidad a los
padres sin encontrar los estereotipos y el prejuicio todavía muy extendidos en
nuestra sociedad.
Es preciso hacer frente a la
homofobia, especialmente en el entorno escolar. Las actitudes tienen que
cambiar si debemos dar a los jóvenes “gays” y lesbianas la misma oportunidad
que a los otros para desarrollar una identidad sexual sana y saludable.
PATERNIDAD
ADOLESCENTE
Durante la última década ha
habido un creciente interés por la cuestión de la paternidad temprana. Este
fenómeno ha sido especialmente acusado en EE.UU., que ostenta la tasa de
embarazo adolescente más alta del mundo, así como en Gran Bretaña, que posee la
más alta entre los países europeos (COLEMAN, 1997a). La gran mayoría de las
investigaciones sobre esta materia adoptan lo que se podría llamar un “modelo
de déficit” de la paternidad adolescente, que compara desfavorablemente a los
padres jóvenes con los mayores, esta investigación pasa por alto los recursos
de los padres adolescentes. Una de las cuestiones a las que se dirige más a
menudo la investigación sobre este asunto se refiere a las características de
las jóvenes madres.
Varios estudios han mostrado
una fuerte asociación entre el nivel socio económico y la incidencia de embarazo
y maternidad adolescente. Como BABB dice: “los niveles más altos de nacimientos
adolescentes se producen en las jóvenes con mayor desventaja socio económica”.
Además de estos factores
demográficos generales, hay otras variables que desempeñan un papel. Así, por
ejemplo, varios comentaristas han documentado una asociación entre el embarazo
en la adolescencia y experiencias similares entre las madres de estas jóvenes
(por ejemplo, SIMMS y SMITH, 1986). Además, parece que adolescentes
especialmente vulnerables, como las que se han criado al cuidado de las
autoridades locales, tienen más posibilidades que otras de ser madres a una
edad temprana (QUINTON y RUTTER, 1988; CORLYON y MCGUIRE, 1997).
EDUCACIÓN
SEXUAL EFECTIVA
Es esencial reconocer que la
educación sexual no se puede ver como una materia independiente en el
currículum escolar, ni como una estrategia aislada de otros servicios de salud
sexual. Para ser efectiva, la educación sexual se tiene que conceptualizar en
una manera holística, incorporada a un currículum de “vida sana” en las
escuelas, o integrada con otras medidas de apoyo sanitario en la comunidad. Si existe
una lección que se deba aprender de la investigación en la sexualidad
adolescente, es que la educación sexual en el sentido biológico estrecho no es
lo que los jóvenes necesitan, ni es probable que tenga un efecto esencial sobre
las actitudes o el comportamiento.
PELÍCULAS
ACERCA DE LA SEXUALIDAD Y EMBARAZO
Juno (2007, Jason Reitman).
Recomendada por cualquier experto, tanto en cine como en psicología
adolescente, esta comedia tiene como protagonista a una inteligente chica de 16
años que queda embarazada y su búsqueda de la pareja perfecta para darles su
bebé en adopción.
¿Dónde quedó el amor? (2000,
Matt Williams). De nuevo en formato comedia, aunque en esta ocasión con tintes
dramáticos. Es la famosa Natalie Portman la encargada de dar vida a una adolescente
de 17 años embarazada, a la que su novio deja abandonada a la puerta de unos
almacenes, donde la joven decide instalarse a vivir.
Los chicos de mi vida (2001,
Penny Marshall). Basada en una historia real, la de una joven aspirante a
escritora que con 15 años queda embarazada y decide casarse con su novio.
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