sábado, 3 de marzo de 2018


SEXUALIDAD ADOLESCENTE

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El desarrollo sexual es una fibra central de toda la experiencia adolescente, y subyacente a él está la maduración biológica, que comienza al principio de la pubertad y continúa durante 3 ó 4 años, al menos. Sin embargo, el desarrollo sexual no sólo implica cambio biológico, sino también crecimiento y maduración en los mundos social y emocional de las personas jóvenes.
En la sexualidad adolescente influyen diversos factores; estos pueden ser internos, como por ejemplo la tasa de maduración pubescente, o externos, como el tipo de familia y el barrio, y el clima político de la época. Es así especialmente cuando los jóvenes parecen correr el riesgo de embarazo no deseado o infección por enfermedades de transmisión sexual.

CAMBIO DE PATRONES DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL

Hay una creencia general de que la permisividad sexual alcanzó su punto culminante en la década de 1960 y que, más recientemente, los jóvenes han mostrado mayor moderación y una actitud más conservadora hacia el comportamiento sexual.

Existe hoy una posibilidad real de maduración más temprana que en decenios anteriores. Además, es evidente que los métodos para el estudio del comportamiento sexual adolescente tienen serias limitaciones.

Es difícil no deducir que actualmente hay más jóvenes que se inician antes en la actividad sexual que en las décadas de 1960 o 1970. La cantidad de individuos que entra dentro de esta categoría ha aumentado sin parar durante este período, aunque puede ser que el cambio haya sido más lento para las muchachas de lo que ha sido para los varones.
Otro cambio señalado por algunos comentaristas es la posibilidad de que los jóvenes tomen parte actualmente en una gama más amplia de comportamientos sexuales de lo que acontecía en decenios anteriores. Así, por ejemplo, la práctica del sexo oral parece estar muy difundida entre los adolescentes, y ha habido un cambio en las actitudes anteriormente negativas hacia el comportamiento sexual menos convencional. Un estudio de FORD y MORGAN (1989), los autores comunicaron que, entre los jóvenes de 18 años, el 46% de los varones y el 28% de las mujeres habían practicado el sexo oral con compañeros casuales.

Otra perspectiva sobre los cambios en el comportamiento sexual puede obtenerse a partir de las estadísticas sobre las cifras de embarazo adolescente. Sin embargo, estas tasas no nos hablan realmente sobre el nivel de actividad sexual, puesto que el uso, o la falta de uso, de anticonceptivos es claramente el factor determinante aquí.

Sin embargo, donde se han producido cambios, ha sido en la cantidad de abortos realizados en las jóvenes de este grupo de edad. El número de interrupciones del embarazo ha aumentado gradualmente con los años, de manera que actualmentesóloel50%delasconcepcionesdejóvenesmenoresde16añosllevanalamaternidad.

EL CONTEXTO Y EL MOMENTO DEL COMPORTAMIENTO SEXUAL ADOLESCENTE

Puede parecer obvio, pero es importante afirmar que el comportamiento sexual de los jóvenes tiene lugar en el contexto de las actitudes y la conducta del adulto.En gran parte del debate público sobre este tema, los comentaristas y las autoridades en la materia dan la impresión de pensar que los adolescentes están de algún modo aislados o separados de lo que sucede en el resto de la sociedad. Se les culpa por tener actitudes permisivas, o por establecer contactos sexuales casuales sin considerar las consecuencias. Hoy en día vivimos en una sociedad que es notablemente abierta sobre la sexualidad.

Los jóvenes ven material sexual en la televisión, las películas y los vídeos, en las vallas publicitarias y en las revistas de adolescentes. No podremos comprender la sexualidad adolescente a menos que reconozcamos el contexto en el que se produce y admitamos las importantes influencias de la sociedad adulta. De la serie de factores sociales que influyen en la sexualidad del joven, quizá es la familia el que se debería considerar primero. Autores como KATCHADOURIAN (1990), MOORE y ROSENTHAL (1995) y TARIS y SEMIN (1997) han resumido los aspectos en que los padres y otros miembros de la familia influyen en los jóvenes en este ámbito. En primer lugar, los padres tienen actitudes sobre la sexualidad. Estas se pueden relacionar con el cuerpo y sus funciones; pueden ser posiciones sobre la intimidad, el placer, la vergüenza y la culpa y, por supuesto, sobre la naturaleza de las relaciones íntimas.

TARIS y SEMIN (1997) nos recuerdan que también hay otros aspectos en los que los padres pueden influir. En algunas circunstancias, y con respecto a ciertas cuestiones, ellos pueden ser los educadores sexuales más efectivos, especialmente si son abiertos sin ser entrometidos, y están dispuestos a tratar el orden del día del joven, en lugar del suyo. Por otra parte, pueden dejarles establecer sus propios límites y tomar sus propias decisiones sobre el ritmo de su desarrollo sexual.

Es importante también mencionar la religión. Existen datos válidos que muestran que la fe religiosa influye en el comportamiento sexual durante la adolescencia (THORNTON y CAMBURN, 1987). Es probable que los jóvenes que tienen creencias religiosas retrasen la actividad sexual, y pueden ser también más propensos a la culpa y la ansiedad respecto a esta área en su vida. Las actitudes religiosas en los jóvenes están también estrechamente vinculadas con las creencias de los padres.

Para explicar estas diferencias de género, UDRY sostiene que, generalmente, los muchachos se desarrollan en un ambiente que es más tolerante y fomenta más la sexualidad masculina que la femenina. Como resultado, el estímulo que dan a los chicos los cambios en sus niveles de hormonas es totalmente suficiente para instigar el comportamiento sexual. Para las muchachas, la situación es más compleja, y en ella los controles sociales pueden influir más en la determinación del comportamiento.

La comunicación sobre el tema de la sexualidad ha sido el centro de varios estudios. Por último, al examinar la cuestión de las influencias sobre el comportamiento sexual, es importante considerar el papel de la comunicación. Como todos sabemos, el tema del sexo puede ser sumamente embarazoso, especialmente para los jóvenes.

AVENTURA AMOROSA E INTIMIDAD

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Una de las críticas que a veces se dirige a los investigadores académicos comprometidos en el estudio de la sexualidad juvenil es que se otorga demasiada importancia a la conducta (en quién ha hecho qué a qué edad) y hay demasiado poco interés sobre el significado de las relaciones sexuales. Por tanto, es importante prestar alguna atención a las ideas de amor, aventura amorosa e intimidad. Esto es especialmente cierto, ya que sabemos, que en la vida de una persona joven, una experiencia de amor apasionado, o un compromiso ardiente en una relación íntima, se pueden convertir en el hecho más importante. Enamorarse es una parte integral de la experiencia adolescente.

Tanto ZANI (1993) como MOORE y ROSENTHAL (1998) se inspiran en las ideas de ERIKSON y proponen que enamorarse es parte de la búsqueda de la identidad o la definición de sí mismo. Como estos autores señalan, para ERIKSON la resolución de la crisis de identidad depende en parte de la capacidad para experimentar intimidad. Para ERIKSON, la intimidad implica apertura, compartir, confianza y compromiso. Así, una experiencia de intimidad contribuye al desarrollo de la identidad y la madurez, a través de las oportunidades para la exploración de sí mismo.

Las relaciones íntimas de naturaleza sexual durante este estadio del desarrollo provocan un efecto muy fuerte en el ajuste de la persona joven. Como hemos señalado, estas relaciones tienen un papel importante que desempeñar en la construcción gradual, a veces dolorosa, de una identidad coherente. Aunque pueden durar poco, estas experiencias moldean las elecciones futuras, así como las percepciones de auto valoración. Si la persona joven resuelve la ruptura de la relación sin demasiado trauma, y sale más rica y más sabia en algún sentido, el paso siguiente puede ser mucho más maduro evolutiva mente. Por otra parte, si la pérdida es demasiado dolorosa, y la experiencia no se integra por entero en otros aspectos del crecimiento, puede pasar algún tiempo antes de que pueda tener lugar un nuevo aprendizaje. En todo caso, no deberíamos subestimar la significación de las relaciones íntimas para los adolescentes.

JÓVENES Y SEXO SEGURO

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No hay duda de que la llegada del fenómeno SIDA/VIH en la década de 1980 tuvo un profundo efecto en las actitudes hacia el sexo, así como en el propio comportamiento sexual. En primer lugar, se hizo evidente para todos que el sexo sin protección podía tener consecuencias terribles. Por supuesto, las había tenido siempre, tanto procedentes de las enfermedades de transmisión sexual como del embarazo.

Sin embargo para la gran mayoría de las personas jóvenes, plantea un riesgo relativamente menor, y esto ha llevado a un cambio de las actitudes públicas hacia el VIH/SIDA. En efecto, se puede decir que el péndulo ha oscilado demasiado en sentido opuesto, hasta el punto de que los jóvenes no consideran ya que el SIDA sea algo por lo que tengan que preocuparse. Sin embargo, la aparición de esta enfermedad de transmisión sexual ha tenido un profundo efecto en casi todo lo relacionado con la sexualidad, y consideraremos ahora algunos de los cambios que se han producido.

Es interesante señalar que los resultados de muchos de estos estudios hicieron resaltar el hecho de que, aunque había algunas lagunas en el conocimiento del VIH/SIDA de los adolescentes, en conjunto, los jóvenes sabían más sobre este asunto que sobre la fertilidad, la anti concepción u otras enfermedades de transmisión sexual. Esto lo explica, sin duda, el elevado nivel de publicidad dado al SIDA en los medios de comunicación en la época en que estos estudios tuvieron lugar, pero es un resultado preocupante, sin embargo, y ha llevado a llamamientos para una nueva consideración del currículum de educación sexual.

Los preservativos se usan más a menudo que ningún otro método, y la mitad de todos los jóvenes afirman haberlo usado para su primera experiencia sexual: un 20% comunica el uso de la píldora, mientras que un 24% indica no haber empleado ningún método. Varios estudios han intentado identificar los factores de riesgo asumidos al practicar el sexo sin protección. Aunque la falta de conocimiento puede ser un factor, es probable que desempeñe un papel relativamente menor en el cuadro general (MOORE y cols., 1996).
La manera más sencilla de comprender cómo se puede producir el sexo sin protección es considerar los requisitos para el uso de un preservativo. En primer lugar, es preciso adquirirlo y tenerlo disponible en el momento adecuado. Además, tiene que ser aceptable para ambos compañeros admitir que uno de ellos ha planeado practicar el sexo. Probablemente es necesario también poder hablar sobre el uso de un anticonceptivo y sentirse lo bastante seguros el uno del otro para arriesgarse a interrumpir la activación sexual.

La utilización de prácticas de sexo seguro depende de la confianza entre los compañeros, así como de un grado de planificación y comunicación. La investigación durante la última década ha demostrado que hay una amplia variedad de obstáculos para un sexo seguro en este grupo de edad. Es necesario un mayor reconocimiento de los factores sociales y psicológicos que actúan en los encuentros sexuales, así como un enfoque más holístico para la educación sexual.

SEXUALIDAD LESBIANA Y “GAY”EN LA ADOLESCENCIA

Durante los diez últimos años ha habido un reconocimiento mucho mayor del lugar de la sexualidad lesbiana y “gay” en la adolescencia. Deberíamos mencionar quizá uno o dos puntos sobre terminología. Se han utilizado los términos “gay” y “lesbiana” en lugar de “homosexual”, ya que generalmente se considera que entrañan evaluaciones más positivas de la conducta y de la identidad sexual enfocadas en el mismo sexo. Muchos análisis de esta materia incluyen además una consideración de los jóvenes bisexuales. Este tema es importante también, pues es evidente que los sentimientos de algunos jóvenes no están orientados necesaria o exclusivamente sólo hacia un sexo u otro. Hay algunos jóvenes que tienen sentimientos sexuales dirigidos tanto a hombres como a mujeres, y estos individuos pueden identificarse a sí mismos como “bisexuales”.

CASS, 1984; GOGGIN, 1995).Estos autores señalan cuatro estadios en el proceso de desarrollo de la identidad. En primer lugar, está el período de “sensibilización”. Durante este estadio, el niño o joven comienza a ser consciente de que puede ser diferente de los demás. Puede tener distintos intereses o puede comenzar a reconocer sentimientos sexuales que no son los mismos que los experimentados por otros del mismo género. El segundo estadio es el de “confusión de la identidad”. Aquí, el individuo experimenta una consciencia alterada del yo, activación sexual asociada con personas del mismo género, una sensación de estigma que rodea a la conducta “gay” o lesbiana, e información imprecisa con respecto a la homosexualidad. El tercer estadio es el conocido como “asunción de la identidad”. Aquí, el joven comienza a asumir la identidad de una persona que es “gay” o lesbiana, y puede expresar esa identidad a otros, al menos a amigos íntimos. El estadio final es el de “compromiso”. Llegado a este punto, el individuo puede comprometerse para una relación íntima con una persona del mismo género, y también puede revelar su condición a la familia y otras personas importantes.

Una persona que comienza a sentir que puede ser “gay” o lesbiana tiene que desarrollar estrategias de afrontamiento para hacer frente a la hostilidad y la ignorancia que rodea esta materia. Por supuesto, la estrategia más común es mantener los propios sentimientos en la intimidad, y esto tiene implicaciones de importancia crítica para las personas jóvenes en esta situación.

El rol de los padres es crítico a la hora de permitir que el individuo acepte su identidad sexual. Existe de nuevo aquí una gran necesidad de abordar la ignorancia que rodea a esta materia, para que las personas jóvenes puedan revelar su sexualidad a los padres sin encontrar los estereotipos y el prejuicio todavía muy extendidos en nuestra sociedad.
Es preciso hacer frente a la homofobia, especialmente en el entorno escolar. Las actitudes tienen que cambiar si debemos dar a los jóvenes “gays” y lesbianas la misma oportunidad que a los otros para desarrollar una identidad sexual sana y saludable.

PATERNIDAD ADOLESCENTE

Durante la última década ha habido un creciente interés por la cuestión de la paternidad temprana. Este fenómeno ha sido especialmente acusado en EE.UU., que ostenta la tasa de embarazo adolescente más alta del mundo, así como en Gran Bretaña, que posee la más alta entre los países europeos (COLEMAN, 1997a). La gran mayoría de las investigaciones sobre esta materia adoptan lo que se podría llamar un “modelo de déficit” de la paternidad adolescente, que compara desfavorablemente a los padres jóvenes con los mayores, esta investigación pasa por alto los recursos de los padres adolescentes. Una de las cuestiones a las que se dirige más a menudo la investigación sobre este asunto se refiere a las características de las jóvenes madres.

Varios estudios han mostrado una fuerte asociación entre el nivel socio económico y la incidencia de embarazo y maternidad adolescente. Como BABB dice: “los niveles más altos de nacimientos adolescentes se producen en las jóvenes con mayor desventaja socio económica”.

Además de estos factores demográficos generales, hay otras variables que desempeñan un papel. Así, por ejemplo, varios comentaristas han documentado una asociación entre el embarazo en la adolescencia y experiencias similares entre las madres de estas jóvenes (por ejemplo, SIMMS y SMITH, 1986). Además, parece que adolescentes especialmente vulnerables, como las que se han criado al cuidado de las autoridades locales, tienen más posibilidades que otras de ser madres a una edad temprana (QUINTON y RUTTER, 1988; CORLYON y MCGUIRE, 1997).

EDUCACIÓN SEXUAL EFECTIVA

Es esencial reconocer que la educación sexual no se puede ver como una materia independiente en el currículum escolar, ni como una estrategia aislada de otros servicios de salud sexual. Para ser efectiva, la educación sexual se tiene que conceptualizar en una manera holística, incorporada a un currículum de “vida sana” en las escuelas, o integrada con otras medidas de apoyo sanitario en la comunidad. Si existe una lección que se deba aprender de la investigación en la sexualidad adolescente, es que la educación sexual en el sentido biológico estrecho no es lo que los jóvenes necesitan, ni es probable que tenga un efecto esencial sobre las actitudes o el comportamiento.

PELÍCULAS ACERCA DE LA SEXUALIDAD Y EMBARAZO

Juno (2007, Jason Reitman). Recomendada por cualquier experto, tanto en cine como en psicología adolescente, esta comedia tiene como protagonista a una inteligente chica de 16 años que queda embarazada y su búsqueda de la pareja perfecta para darles su bebé en adopción.

¿Dónde quedó el amor? (2000, Matt Williams). De nuevo en formato comedia, aunque en esta ocasión con tintes dramáticos. Es la famosa Natalie Portman la encargada de dar vida a una adolescente de 17 años embarazada, a la que su novio deja abandonada a la puerta de unos almacenes, donde la joven decide instalarse a vivir.
Los chicos de mi vida (2001, Penny Marshall). Basada en una historia real, la de una joven aspirante a escritora que con 15 años queda embarazada y decide casarse con su novio.




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